
hemos de tener en cuenta que todo exceso, despilfarro, es una transgresión. pero a la finitud del hombre le es inherente el desperdición, aún al santo: excederse en la experiencia. podríamos decir que el místico no "concreta" su unión con dios: sólo lo experimenta mediante la negación del saber, de lo que es conocido. así, el místico experimenta el excdente mismo, lo que está más allá de toda voluntad y conocimiento. pero al mismo tiempo lo que conoce es su ausencia en el cuerpo: éste es el vehículo de lo divino. sade no separa al yo del tú, al yo de los otros: el goce del yo provendría del hecho de desaparecer lo que no fuera yo. del mismo modo, el místico no experimenta más que a dios: en la piedra o en la gota de agua, como dice kolakowsi; el místico no necesita de un lugar ni de un pan ni de agua para alimentarse y sentir lo divino: es teófago.
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