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cuando la flor echa sus luces, tiemblo

lunes, 23 de mayo de 2011

joel-peter witkin: noli me tangere



perdida la trascendencia, ganamos el cuerpo, ese desconocido durante tanto tiempo; pero se revela, ahora, extraño, con toda la fuerza de su cercanía; pero se sigue extrañando al buen viejo dios. la representación del cristo crucificado es más que el recuerdo de la finitud, de la muerte: es la prueba de que todo cuerpo, aún el del hijo de dios, se pudre, ese indefinible para el hombre. el filósofo se detiene ante la muerte, o más bien, la muerte le dice que las palabras no bastan para decir la vida. ésta se le escapa, a todos, en general. la fotografía ha perturbado desde su aparición a las buenas y no tanto, conciencias: la imagen es a veces más real que lo real. confundidos entre imágenes que muestran la muerte pero como homenaje a la vida, la obra de witkin sigue ese camino trazado por los pintores de la crucifixión: la muerte no es lo que importa en él, sino el signo de que se ha vivido.

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