correcciones de todo tipo

cuando la flor echa sus luces, tiemblo

domingo, 3 de octubre de 2010

casa de citas, I

Respecto a la fuerza, no hay animal en el mundo expuesto a tantos peligros como el hombre.
El animal acerca su oreja al hielo para advertir por dónde discurre el agua;… ¿Por qué no hay que suponer que el animal razona parecido a como nosotros razonaríamos en el caso de realizar el mismo trabajo?
El hombre admira y se fija más en las cosas extrañas que en las ordinarias.
La filosofía, en última instancia, pone a nuestra disposición, para que los imitemos, los ejemplos de un atleta o de un muletero, quienes de ordinario ni temen la muerte ni ningún tormento, y son capaces de mayor firmeza de la que la ciencia proveyó jamás a ningún hombre que por inclinación natural no estuviera naturalmente predispuesta a la naturaleza
(y llamo razón a nuestras visiones imaginarias)
Cada hombre y cada nación lo juzgan todo de acuerdo a su ignorancia.
Nuestra manera de hablar está llena de debilidades y defectos, como todo lo nuestro. La mayor parte de los desórdenes del mundo son puramente gramaticales.
De qué especie es mi vida, no lo he sabido hasta después de explotarla y disfrutarla. Nueva figura: ¡un filósofo impremeditado y fortuito!
La santa verdad ha inspirado al espíritu filosófico un entusiasmo puro, arrancándole, aun en contra suya, la declaración de que el estado tranquilo de nuestra alma, el más sosegado, el más sano que la filosofía le haga alcanzar, no es su mejor estado; nuestra vigilia está más dormida que nuestro sueño; nuestra prudencia es menos sabia que la locura; nuestros ensueños aventajan a nuestra razón, y el peor lugar donde podamos situarnos reside en nosotros mismos.
(Michel de Montaigne)

Desde mi patria acechada confío en los hombres

Es inminente el nacimiento del alba

Qué animales humanos más hermosos.

El mar dista unos 20 km
de esta casa.
Vietnam está aún más lejos
tal vez a la vuelta de la esquina.
(Juan Bañuelos)


No había escapatoria posible respecto de los propios recuerdos en aquel reducido espacio habitable.
La gente tímida resulta, a menudo, amargada, frustrada.
El sexo. Le parecía ahora tan lejano, tan extraño a ella, era una actividad en la que no podía creer haber participado anteriormente. En otro tiempo lo daba por supuesto, pensaba que el procedimiento, la situación, iban a durarle por siempre. En vez de ello, el sistema falló y todo murió, como su ingenua confianza de otrora. Ya percibía los picos y las palas con que estaban enterrando, a toda prisa, los signos de sensualidad de su vida. Pero el cuerpo recuerda. … El cuerpo, como el cerebro en sí, posee una memoria, y no es posible engañarlo por mucho tiempo, antes de que empiece a reclamar lo que le es debido.
El amor solamente podía ser explicado a través de los sentidos.
Gracias, gracias, gracias, siempre lo mismo. Somos todos tan condenadamente corteses.
Quizá Dios seguía vivo y esperándola en la Ciudad de México.
Era la más pura y deshonesta de las relaciones a la vez, exquisita en sus omisiones verbales. Eran unos amantes que conocían al centímetro el cuerpo de su pareja, pero nada, o muy poco, en lo relativo a la vida diaria y previsible del otro.
El lenguaje del erotismo es peculiar, muy propio del mismo acto, como sucede, por otra parte, con el lenguaje de toda actividad muy especializada, y carece de sentido, de significación, una vez terminada.
No había duda alguna, la verdad era para los tontos. Lo mejor, negarlo todo, y seguir negando.
Todo me recuerda siempre alguna cosa. Es pésimo, tener tan buena memoria sentimental.
(Joyce Elbert)

Publicaba tortuosos ensayos en diarios oscuros.
De cuando en cuando aprovechaba las relaciones de que me había hecho entre sociólogos y psicópatas para visitar en su compañía varias instituciones tales como orfanatos y reformatorios donde podían contemplarse pálidas jóvenes pubescentes, de pestañas espesas, con una impunidad perfecta, semejante a la que nos está asegurada en sueños.
Por mi parte, yo era tan candoroso como sólo un pervertido puede serlo.
Mi alma romántica se vuelve trémula y viscosa ante la sola idea de recurrir a alguna indecente inmundicia.
La pasión que sentía yo por esta nínfula –la primera nínfula en mi vida que por fin estaba al alcance de mis garras angustiadas, dolientes y tímidas- me habría llevado sin duda de regreso al sanatorio, de no haber comprendido el Diablo que debía proporcionarme cierto alivio si quería jugar conmigo durante más tiempo.
Pero no soy poeta. No soy más que un registrador muy consciente.
Pero por lo demás, su autobiografía estaba tan desprovista de interés como lo estaría su autopsia.
Somos caballeros tristes, suaves, con ojos de perro, con bastante dominio para sofrentar nuestra ansiedad en presencia de adultos, pero dispuestos a dar años y años de vida por una sola oportunidad de tocar a una nínfula. Hay que destacarlo: no somos asesinos. Los poetas nunca matan.
Oh, permítaseme mostrarme empalagoso por una vez. Estoy tan cansado de ser cínico…
pues el aspecto del placer es siempre triste… el placer nunca está seguro –aunque la víctima aterciopelada esté encerrada en un calabozo- de que algún demonio rival o un dios influyente estorbe el triunfo preparado. En términos corrientes, necesitaba un trago…
el tierno, morbosamente sensible, infinitamente circunspecto héroe de mi libro…
Hojeando este libro de viajes destrozado.
Habíamos estado en todas partes. No habíamos visto nada en realidad.
Jugaba con un maldito perro que no era yo.
Zarparíamos hacia California, hacia la frontera mexicana, hacia bahías míticas, desiertos con pitas, espejismos… ¿Por qué suponía yo que seríamos felices en el extranjero? Un cambio de ambiente es la falacia tradicional sobre la cual descansan los amores –y los pulmones- condenados.
Mi corazón era un órgano histérico e imprevisible.
Pero lo esencial, lo más terrible de todo era esto: en el curso de nuestra singular y bestial cohabitación, Lolita había advertido con claridad cada vez mayor que aun la vida de la familia más mísera era preferible a esa parodia de incesto que, a la larga, fue lo único que pude ofrecer a la chiquilla.
(Vladimir Nabokov)

-Resulta una idea divertida, Charlie –dijo Dukes-, eso de que el sexo no es más que una forma de hablar en la que interpretas las palabras, en vez de pronunciarlas.
En cuanto al sexo, la última de las grandes palabras, no era más que un término de cóctel que se aplicaba a una excitación que te animaba un rato, y luego te dejaba más deprimida que antes.
El vapor de tanto aburrimiento, descontento e ira que emana toda la gente, mata la vitalidad del aire.
Es inútil liberarse de la propia soledad. Había que seguir viviendo. Sólo a veces, a veces, llegaba a llenarse ese vacío. ¡A veces! Pero había que esperar a que se presente la ocasión. Acepta tu propia soledad y consérvala toda tu vida. Y luego acepta los momentos en que se llena ese vacío, cuando lleguen. Pero tienen que llegar solos. Uno no los puede obligar.
¿Qué han estado haciendo los dirigentes de los hombres con sus semejantes? Los han reducido a una condición infrahumana; ¡y ahora no puede ya haber solidaridad alguna! ¡Es una pesadilla!
Eso era: el pasado. El presente estaba debajo. Sólo Dios sabe dónde está el futuro.
Sí, esto era el amor; este ridículo vaivén, y el reblandecimiento del pobre, insignificante y pequeño pene mojado.
-Las almas de Platón que viajan por el cielo en un carro tirado por dos caballos irían hoy en un Ford –dijo ella.
-O en un Rolls Royce: ¡Platón era aristócrata!
Un individuo puede emerger de la masa. Pero el hecho de que emerja no altera la masa. Esa es una de las verdades más trascendentales de la ciencia social. ¡Panem et circenses! Sólo que hoy la educación es uno de los malos sustitutivos del circo.
Un hombre es como un naufragio a la deriva.
Eso sólo significa que él es un fracaso físico en la tierra, y por ello quiere que el universo entero sea un fracaso físico también.
Creo que la vida del cuerpo, cuando está realmente despierto a la vida, es una realidad más grande que la vida de la mente.
-La vida del cuerpo –dijo- no es más que la vida de los animales.
-Y es mejor que la vida de los cadáveres profesionales.
Esta tarea turística de disfrutar es demasiado humillante: es un verdadero fracaso.
Eso les hace realmente hombres, no tan simios. ¡Sí! Es la ternura, en realidad; es como joder. El sexo, verdaderamente, es tacto, el tacto más íntimo de todos.
Y es del tacto de lo que tenemos miedo. Sólo somos semiconscientes, y sólo estamos semivivos.
Mientras funcione la radio, no habrá rincones remotos en la tierra.
Y ése es el único medio de resolver el problema industrial: educar a la gente para que pueda vivir, y vivir en la hermosura, sin necesidad de gastar. Pero uno no puede hacerlo. Todos tienen ahora una mentalidad limitada, y la masa del pueblo ni siquiera intenta pensar, porque no puede. Deberían estar vivos y llenos de fogosidad, y reconocer al gran dios Pan. Él es el único dios de las masas, eternamente.
(D. H. Lawrence)

-Me encuentro bastante a menudo en un estado que podría llamar de un “santo que va a morir”. Claro que esta comparación me abruma.
El hombre querría ser Dios. Desde cierto punto de vista lo es. Pero no tiene el poder de crear mundos. Por lo menos puede destruirlos.
Los jóvenes modernos, viejos ya, escuchan músicas violentas para consolarse de no ver ningún destino en las inmensas ciudades consagradas al comercio.
Los cuadros están en los museos. … Todo el mundo corre. A ningún sitio, no hay ningún objetivo.
Naturalmente, no se trata de degradar a un mariscal de Francia; ni siquiera hay necesidad de quitarle el mando. Es suficiente enterrarlo bajo los honores y olvidarlo.
Sin saber qué hacer, vuelve a la ventana y la abre. No se ve nada. En este castillo se aburre. Fuera, el mundo está vacío.
Porque la naturaleza del cielo y de la tierra es de tal manera que, aquel que un día, por milagro, ha comprendido, está salvado para siempre. Y en los sucesivo ve cómo vuelan los ángeles en los ojos del prójimo.
(Michel Bataille)

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