desperté con la boca a mitad del desierto. soñaba en medio del sudor tuyo, amada; quise tomarte: las manos traicionaron y palparon sólo una sombra que fue a escurrirse, como gota de sal, como una sombra que parte para siempre, por la ventana....
el desierto, amada: afuera llueve y es triste el día: como estas manos que quieren escribir tu nombre y se pierden en repelusnos y garabatos que llevan, dice alguien, a la muerte; o a la desmemoria?
afuera llueve un desierto, amada: basta mirar las miradas, tocar los tactos, ensalivar cuanta palabra hiere al filo de cada uno de nosotros.
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