
la virtud de las aguas es el sepulcro blando y espejo
ríen cristales o gran dios su sombra
en pared tras pared el desierto en la mano crece inabarcable
como humo nace
se va de la boca el silencio en ramas
semilla divina que es raíz del hombre
otro dios camina sus seguros pasos adormilado
en el rincón de la angustia del buen hombre
qué difícil la tarde
respiro acaso el cristal del sueño en la edad de la rabia.
muerde la canícula la sombra bien definida
sobre la arena el cielo el sol hambriento del hombre
que mano ciega guía al mar
a naufragarse en las horas sin idas o venidas
blanca la langua del hablar solo
esparcidas lenguas o serpientes buscan refugio
el temple callado del cielo
el sol marca sus hilos
y los corta a veces.
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