correcciones de todo tipo
cuando la flor echa sus luces, tiemblo
viernes, 23 de julio de 2010
cuento, según
su única historia, la misma siempre, pero variaba en los detalles: si al comienzo de escucharlo, era su papá quien lo sacó de la escuela, ahora en esta otra versión era su mamá, luego su hermano, hasta un tío moribundo y lejano, quien misteriosamente le había dado indicaciones para abandonar sus estudios; si la primera vez dijo que lo llamaron del trabajo, luego él había sido el insistente hasta que lo contrataron, y una versión corría de que llegó por recomendación de un Fulano bien importante. y cuando uno le hacía ver esas diferencias entre sus versiones, que ya habían corrido por toda la empresa además, él continuaba, mirando como si nada escuchara. se llegó a contar: 10 variaciones en una misma historia -acerca de cómo llegó a este trabajo-, lo que, sumando a otras tantas variaciones que tenía el viejo, carita de perro, daba una progresión aritmética cuyo resultado eran alrededor de 60 diferentes, diversas y a veces divergentes historias acerca de su vida, la única, la sola, la probable. lo que provocó, provocaba que más de uno -me incluyo, y este escrito es el resultado de tal averiguación- buscara la verdad detrás de esa mentira, o esa verdad o mentiras a secas, o de ese porqué variar en detalles, o por qué me interesaba tanto eso. al comienzo, fue bien claro que surgían, al parecer de una verdad: su boda aderezada con cuanto detalle y recuerdos -unos anillos dejados en la mano de su casi muerta esposa- resultaban, luego de dar vueltas, pocas en verdad, a los detalles, falsas: no se había casado. pero esto se supo sólo cuando ya él no podía hablar, cuando su última verdad fue mentir y decir que salió del trabajo y que se fue derecho a su casa pero que ya no recuerda cuándo se perdió en el trayecto, y que sólo escuchaba esas voces que desde lejos y antaño le decían que su vida era la otra, esta la que se contaba y no la otra que él creía vivir. así, cuando me despedí en lo que sería su último día en el trabajo, su mano era fría, más pequeña que de costumbre, ausente. y ya no regresó, o esto es su última mentira.
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1 comentario:
pobre viejo sin carita y sin perro
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